Volvíamos de la escuela,
Darío y yo, envueltos en una conversación candente y llena de misterios y curiosidades de su parte.
Darío que tiene un estructurado concepto de
familia, no entendía que ésta no debía ser necesariamente: padre, madre e
hijos-as. Por mi parte, intentaba por todos los medios y ejemplos que abriera su mollerita. Le hice ver que su único primo hermano vive en realidad con sus abuelos y su bis abuela y que los papás lo ven los fines de semana; esa es sin duda también una
familia. Luego hablamos por varias cuadras sobre otro niño (su tío) que es criado por quien en realidad es su tía porque de su mamá ni señas, y que en este caso la madre es quien cría… aquí fue que me acordé de la frase:
Ana parió a Güeré con el corazón. En que la pobre campesina se deshizo en llanto frente a su
hijo adoptivo que realmente era el
hijo de su marido con una indígena del Amazonas brasileño. La misma frase que por su contenido me caló tan hondo que hasta el día de hoy no la olvido y eso que sólo la oí en una
novela (’90), de aquellas que transmite el canal 13 después de almuerzo. No recuerdo ni siquiera de que
novela eran esos
personajes pero, cual pasaje de una
novela escrita, se me quedaron clavados en el
corazón a mi también. Porque las
novelas brasileñas bien pueden ser llamadas así, no como las “comedias” que hacen en Chile que nunca me enganchan porque no tienen verdaderos
personajes, porque sus
personajes no piensan y no tienen sentimientos reales y menos una construcción sicológica. Y entonces el
corazón de una, no actúa frente a estímulos tan mal fabricados y los ojos no pueden hacer nada si miran algo y dentro de una, nada les da boleto. Y ya. No vuelves a mirar la comedia simplemente porque tu
corazón no se
emocionó. No como la
publicidad “teletonera”, que si te engancha porque la hacen con trasfondo y se esmeran en que cada mensaje tenga un pasado y un futuro, entonces tu
corazón si se libera y te deja en la retina el mensaje. Después de una tanda comercial con un 80% de
publicidad “teletonera”, te sientes parte de ella y crees que quedarás out si no participas. A eso hay que agregarle lo
emotivos que son los
niños y lo
solidarios que pueden ser y lo que la hinchan a una con que hay cooperar y ni te das cuenta como estas juntando monedas en un tarro, no para cumplir el sueño de muchos chilenos, ni por hacerle caso a tú
corazón, sino por cumplir el sueño
solidario de tu
hijo. Y es que a ratos la
solidaridad parece sólo cosa de
niños porque si sales por la calle con alguna complicación, no puedes esperar que alguien te
ayude. Un ejemplo clásico, es en los días de lluvias en que esperar que alguien se apiade y te cruce la calle en su vehículo es como querer encontrarse con algún extraterrestre. O quizá con algún verdadero
Ser Humano. Porque generalmente se habla del Hombre y ahí supuestamente cabemos todos, pero la cosa no es tan sencilla, por eso se habla de la
Humanidad, dónde si cabemos todos incluso quienes somos más soñadoras y sentimentales, las mujeres, pero las reales, no las que se creer de hierro, sino las “débiles” que somos capaces de todo y no por eso nos avergüenza
llorar. Porqué el
llanto como la
risa es sólo una expresión de lo que no se ve. Y lo esencial es invisible a los ojos. Si alguien no
ríe o no
llora, entonces no está completo. Y no puede hacer
familia porque no tiene nada que ofrecer a esta tierra
emocionalmente hablando. Y si los
hijos son nuestra extensión, nuestra inmortalidad sobre el planeta, nuestra herencia, entonces deben ser bien criados, deben ser
ayudandos a sacar sus propias
emociones, para que no los tranquen, para que atorados, no les causen traumas. Y que mejor que
ayudarlos a aceptar las diferentes realidades como una sola, y ampliarle sus horizontes. Quitarle de encima el concepto, de la que he llamado “
familia triángulo” y mostrarle que ser
solidario no tiene porqué ser un juego de
niños, sino algo del día a día.
Y fin... que recién después de que duerma comenzará para mí este día.