9/21/2009

Mi dieciocho

Entro en Santiago y el ajetreo es inmenso, la gente se apiña en el andén del metro y nosotros tres más la maleta entramos por casualidad y aglutinamiento al vagón. Sólo son dos estaciones le digo a mí Darío para que soporte el calvario de manera menos sufrida. Afuera el olor a humo es el mismo y el aire es frío, como lo gris del paisaje acrecentado por las nubes. El frío de la brisa se cuela por mi ropa pero no interrumpe mis pensamientos que todavía evalúan lo que tan rápido viví.
Parece que mi suerte se ha acostumbrado a poner en mi camino zambullidas de experiencias fuertes, rápidas e incomparables. Dentro de la rutina y la calma de mis días me topo con momentos que me estremecen cada cierto tiempo hasta lo más profundo.
Cuando hace tres días llegué a Temuco sabía que iba a un “encuentro familiar”, sabía que vería a mucha gente, probablemente desconocida pero no sabía lo que eso de verdad significaba. Lo primero que vi, fue mi casa convertida en bodega de feria. La cocina llena de lechugas, repollos, pepinos, matas de apio, limones, paltas (aguacates), el infaltable cajón de tomates y muchas otras cosas más. Ese escenario ya me dio una pincelada de cómo se venía todo, y es que desde acá, a apenas ocho horas de distancia uno lo simplifica todo, no es capaz de ingresar a su burbuja el esfuerzo que otros están realizando por el bien común. Al ver todo ese panorama comencé a divisar que lo que se venía sería grandioso. Pasadas algunas horas oí a mi mamá hablado a Pitrufquén y preguntando como iban las tortas, entonces supuse que mis tías Magaly y Roxana estaban en esa faena. Ahí me pregunté por qué yo no formaba parte de toda esta magia, por qué sólo me limité a pensar: si resulta voy. Por qué tan egoísta.
Al día siguiente, ya en las Cabañas Rayen de don Enrique Teillier. Me inundaba una sensación de lo que voy a llamar “pez fuera del agua” porque me había quedado con ese sin sabor de haber sido “una desmotivada”, y porque la mayoría de los que habían llegado nunca los había visto, pronto se ocurriría el episodio de las zanahorias y por otro lado, empezaría a conocer a las primeras personas, lo que evaporó mi sensación de “pez fuera del agua”.
Sin embargo, lo que rompió el hielo por completo, fueron las presentaciones que se hicieron en el quincho y el poema que recitó el tío Enrique, yo creo que vi lagrimas en más de un rostro. Entonces el encuentro se tiñó de emociones y buenos deseos y a mí se me abrió por completo el corazón llenándome de alegría.
Deseo agradecer a quienes tuve más cerca y con quienes intercambié pasajes de nuestras vidas en breves momentos de elocuencia, no voy a nombrar a nadie porque aun confundo y olvido los nombres, pero sé que cada uno sabrá que hablamos y que está incluido en este agradecimiento.

Me traigo un profundo respeto hacia las raíces familiares, hacia lo que ha una lo hace ser lo que es, lo que sustenta mi memoria, mezclado de colores y voces aliñadas de risas y abrazos. Sé que es el primer encuentro y que muchas cosas se omitieron en un intento inconsciente de idealizar nuestra historia y por lo mismo, estoy segura que nos seguiremos juntando y que cada vez seremos más entregados y habrá menos secretos porque la base del amor, pienso, es la confianza… quizá no a cada minuto, sino en la trascendencia. Por lo mismo, si no es en la familia, en quien más podemos verter nuestros dolores y sin sabores, de donde sacaríamos fuerza para soportarlos.
Espero de todo corazón que en el próximo encuentro sean muchos más los que se atrevan a asistir, contar quienes son sin temor y buscando lo más grande que nos puede entregar una familia, más importante que la historia y los ancestros: la aceptación y el abrazo sincero.
Por último, quiero que entiendan que esto lo dibujo en mi cabeza a las 9 de la mañana después de 8 horas de viaje y mirando una lavadora que hace girar la ropa, entrelazando colores y soltando espuma y mugre; y lo redacto mientras converso con mi papá y Fernando Teillier (el de Praga).
Los quiero mucho.

9/09/2009

Que significa qué...

Que significa qué...
El día D, la familia G. decide salir a "tomar once". Tienen deseos de comer los Rolls con sabor a manzana, nuez, canela y caramelo entre otros, que destacan a la cafetería CZ. La familia G. ingresa a CZ, se sienta y un mesero le lleva la carta. Cada uno de los miembros de esta familia elige lo suyo, vienen a tomarles el pedido y ¡sorpresa! no hay Rolls hasta ¿una semana y media más?. Por lo que se disculpan y se retiran algo tristes.
Deciden buscar una segunda alternativa, dirigiéndose a la cafetería D D, mundialmente conocida por su variedad de rosquillas. Al llegar se encuentra con que quedan "una que otra" y no hay tiempo de elegir porque si se demoran los dejarán sin ninguna.
Cansados aceptan "lo que hay" y se lo sirven entre la muchedumbre.
De vuelta, se dirigen a tomar el colectivo y cuando están haciendo la fila, les dicen que el paradero ha cambiado de ubicación y deben caminar devolviéndose.

9/02/2009

Vendo, vendo, vendo... tú no tienes nada.

Juego de mesa y sillas para preescolar.
Materialidad: pino oregón.
Superficie: 49 centímetros.
Altura: 55 centímetros.
$20.000.

Cama con ruedas, especial para niños.
Materialidad: pino oregón.
Medidas: 80 centímetros de ancho por 150 centímetros de largo.
Incluye colchón y dos juegos de sábana.
$ 50.000



Juego de comedor para terraza: una mesa y dos sillas. Todas plegables.
Materialidad: madera color cedro.
Medidas de la mesa: 71 por 71 por 74 centímetros.
Incluye la superficie de vidrio para proteger la madera.
$40.000