10/02/2015

Tengo rabia

Nací en Pitrufquén, ciudad al sur de Chile de donde somos las Pitrufinas.
Me crié en Temuco, una ciudad que siempre me pareció odiosa en el aspecto humano, creo que es top en todas las ...fóbicas. Allá tuve a mi hijo mayor y viví con él y mis padres por 3 años.
Al final me vine a vivir a la capital con su cemento polvoriento que se cuela hasta los huesos. Estuvimos por 8 años en una vivienda en los cielos que me deprimía un montón porque me hacía reconocer lo chiquita e innecesaria que era para la vida de la humanidad en el hormiguero de cemento. Ahí se crió mi hijo mayor desde sus 4 años y me demostró todo el tiempo con su madurez que nunca dejaremos de maravillarnos. Ahí también nació mi hija, a diez años del primero. Ella con su porfía y su tenacidad me mostraba otra faceta de la naturaleza de mis genes.
Ahora, aun en la capital, vivo en un rincón verde y oculto a la ciudad, a ras de suelo; pensaba que era lo ideal, nada de miradas holísticas de la sociedad, sino puro primer plano. Pensé que mi hija menor que era más extrovertida y graciosa haría amiguitos en el patio, pensé tantas cosas. Sin embargo, al año de vivir aquí (a sus 3 años y 6 ó 7 meses), note que su deseo de hacer amigos desaparecía y en cambio jugaba sola y se imaginaba cosas, la noté cada vez más intrépida, osada, callada, loquilla... extravagante... ida. ida, ida. Con 14 meses viviendo en este nuevo refugio, de pronto éramos 3, la más chica parecía MUDA, ausente, ausente, ausente y llegue a zamarrearla pidiéndole que me mirara, que me hablara, que yo estaba aquí para ella y por ella.
Va un año (quizá mucho más) desde que empezó a evadirse y 10 meses de que estuvo más ausente y que tuviera sus regresiones. Ha vuelto su sonrisa, su ánimo y tiene islotes de completa conexión, pero tiene autismo, mejor dicho está dentro del TEA, y si no hubiera tenido la regresión en enero de 2015, quizá nunca lo habríamos notado porque era poco, muy poco... sutiles diferencias con sus pares, pero la regresión la dejó atrás de su generación y más extravagante  y ahora con el diagnostico como un letrero intermitente sobre su cabeza, es "especial" y eso lo hace tan difícil... no quiero que la discriminen ni que le tengan pena pero no puedo obligar a nadie a aceptarla de manera natural. Es tan difícil aceptar un diagnóstico que me ha hecho escribir desde las tripas como pensé que nunca volvería a hacerlo.
Tengo rabia

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