Ha vuelto mi niño

Darío ha regresado. Llegó la madrugada del viernes y lo trajo mi mamá. Llegó ese mismo viernes en que hubo “tormenta”. Sí, porque lo que empezó como un agradable día de lluvia veraniego, en mi condominio se transformó en todo un evento. Comenzó como una excepción a la regla (en santiago no llueve) y por la tarde nos dejó sin luz: primero en los departamentos, por lo tanto sin internet, radio y televisión; luego en el edificio, por lo tanto sin ascensores, citófonos y agua. También se cortó el teléfono, lo que cortó mi última “entretención”, llamar a chilectra, enersis, aguas andina, etc.

Mi mamá nunca había visto llover en Santiago, lo que le dio algo de sabor a la desventura de llegar empapadas “al súper”.
Como se quedó hasta el domingo, la hice hacer transbordos de buses y bus-metro y descubrimos que ahora, aunque caminando algo más, gastamos un pasaje menos en nuestros recorridos.
La noche del domingo la Nena se volvió a Temuco y yo me quedé pensando en los agradecimientos que no le di.

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Hoy (lunes 19) fue nuestro primer día del año como “familia bien constituida”. Con Darío estuvimos por horas leyendo, entre otras cosas, las cartas que le han enviado en estos dos años mis papás, sobre todo el 2005. Mientras leíamos, yo veía como se me iba la hora y no lograba convencerlo de terminar con la lectura para empezar la lasagna (o lasaña).
En su primer día de 2007 en Santiago, Darío estuvo muy chistoso. Sacó toda su faceta de comediante a la palestra y nos hizo reír “de lo lindo”. Luego en el crepúsculo, partimos los tres al parque con un claro objetivo: traer tierra. Y es que me compré semillas de ciboulette, perejil crespo y ají. La cosa es, quevolvimos con dos envases de yogurt de kilo llenos, más un balde de juguete casi lleno.

Durante la tarde le había preguntado a Darío que sentía de estar de nuevo, y después de tanto tiempo, en Santiago, y su respuesta fue:"es como retroceder en el tiempo".